¿A quién no le ha caído un zurullo de una gaviota (del PP)? ¿Quién no ha sido joven y le ha propuesto una felación a un señor mayor a cambio de 50 euros? ¿Quién no ha soñado alguna vez con una noche de sexo salvaje con Cospedal? ¿Quién grita Sara Montiel sin venir a cuento? Villapellejos son tan insolentes, lenguaraces, divertidos y políticamente incorrectos (cuidado, no vaya a ser que una asociación en defensa de, no sé, las personas aburridas, se sienta ofendida y les ponga una demanda) como lo eran en su día Siniestro Total, Aerolíneas Federales y la nueva ola estatal que despuntó a finales de los setenta de la mano de Kaka de Luxe.
Aunque suenan como si estuviesen en el lavabo de un parque de atracciones, el discurso musical del grupo bilbaíno es mucho más sólido de lo que parece. No nos quedemos en la superficie y levantemos la alfombra de la frivolidad aparente. Hay fundamento, crítica social y cachondeo a partes iguales. Estribillos pegadizos y un puñado de hits contemporáneos con los que ponerse a bailar. Y hacen bien en restregarnos su grasa por nuestra cara. ¿Acaso “Pero me aburro”, “Tócame el pito” o “Viva el metro” salieron de un estudio de grabación de la Moraleja después de un chapuzón en la piscina del chalet?
En el mundo de Villapellejos las canciones no suelen durar mucho más de dos minutos y beben lingotazos del pop festivo de B52. Gracias al alto volumen de la farfisa (el fichaje de Melena Simone al teclado ha sido un acierto) también desprenden un fuerte aroma a garaje punk. La oscura y lasciva “Depredadora” es quizás el mejor ejemplo, como unos Wau y los Arrrghs!!! que cantan a dos voces.
Grabado y mezclado en los estudios Balea y editado por los sellos Mama Vynila de Barcelona, Screaming Guy de Gipuzkoa y el blog Tremendo Garaje, la mofa se huele desde el mismo título del tercer trabajo del grupo. ¿O quizás las palabras “Elogios y ampollas” no tienen doble sentido y se trata de un absurdo y simple oxímoron? Si es así será verdad que a estos chicos les pone Cospedal.
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