La trayectoria de Conor J. O’Brien al frente de Villagers ha resultado, hasta la fecha, poco menos que impecable. El proyecto liderado por el músico irlandés no presenta ningún borrón serio a lo largo de una discografía que suma ya un total de seis discos de estudio (y algunos EP’s), incluyendo títulos tan destacados como aquel ‘Becoming A Jackal’ (Domino, 10) que supuso su presentación en sociedad hace ya más de una década, el brillante ‘{Awayland}’ (Domino, 13), o el más reciente ‘The Art Of Pretending To Swim’ (Domino, 18).
Unas obras, amparadas todas ellas, por evidente buen gusto y una elegancia que siempre ha lucido como constante en todos los lanzamientos con la firma de Villagers. Sucede que la presente entrega no es una excepción, volviendo a mostrar el exquisito talante creativo de O’Brien, así como su inquietud para añadir ciertos elementos inéditos –esos ecos ochenteros en forma de vientos que aparecen aleatoriamente– a este conjunto formado por nueve composiciones (y una intro). Pero, ante todo, ‘Fever Dreams’ (Domino, 21) prueba una vez más la habilidad del vocalista a la hora de combinar lo clásico con lo actual, partiendo de mimbres tradicionales hasta, de algún modo, terminar ofertando un álbum vigente, ambicioso y de aspecto contemporáneo. Y es que, aunque el dublinés tenga su origen en el gremio de los cantautores, ha sabido evolucionar su trazo hacia este tipo de folk ornamentado a conciencia, que cae sin tapujos hacia el pop sedoso. Unas formas que cristalizan en temas engalanados e irresistibles como los singles “The First Day” y los siete minutos de “So Simpatico”, además de “Song In Seven”, la mimada (casi jazzística) “Momentarily”, “Full Faith In Providence”, o ese amable epílogo que supone “Deep In My Heart”.
En cualquier caso, no cabe afirmar que ‘Fever Dreams’ (Domino, 21) sea el mejor elepé de Villagers pero, a cambio, sí que es el enésimo buen disco de la formación, que se ratifica como seguro de fiabilidad gracias a un trabajo para colocar muy cerca de los de otros orfebres inquietos como King Creosote, Dan Bejar y sus Destroyer, Cass McCombs, Andrew Bird o M. Ward. Y es que, Conor J. O’Brien parece dispuesto a no fallar nunca, cuando se trata de compartir bonitas canciones con las que evadirse en base a la fuerte empatía que generan.
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