Victoria mística

Un Rubens “centrifugado”. Qué mejor portada para el nuevo disco de la banda gallega, que regresa con un trabajo igualmente visceral pero que busca (y encuentra) otros horizontes: nueve canciones producidas por ellos mismos y mezcladas por Manny Nieto (Health), poco más de treinta minutos de glorioso noise-pop, o pop a secas. La cadencia casi industrial de “Robo tu tiempo” -“el acero del partido, héroe del trabajo”, repite como un maníaco Rodrigo Caamaño, guiñando un ojo a Esplendor Geométrico y pidiendo la guillotina para los de siempre- recupera las atmósferas asfixiantes de “Año santo”; pero entonces llega “Estrellas místicas”, con la voz de Isabel Cea tomando las riendas entre gloriosas melodías, como el estribillo de “Enemigos del espíritu”. ¿Más pop? ¿Más luz colándose entre la bruma? ¿Los primeros Planetas? Qué más da, si la airada y cáustica inteligencia de las letras sigue ahí -enorme “Un rayo de sol”: “Vamos a pudrirnos en el mismo ataúd, vamos a pudrirnos en la misma fosa común, que se fundan nuestros restos”-, si “Ellas se burlaron de mi magia” o “Lo hispano marcha la banca paga” añaden matices rockeros al furioso frenesí de pop ruidista, si el imperio del fuzz y la reverb sigue en pie. Victoria aplastante, sí. Contra la mediocridad.