Si hay una banda de nuestra actual escena capacitada para dedicarle un disco conceptual al baile, esa es sin duda Varry Brava. No solo porque desde hace más de una década puedan presumir de ser auténticos connaisseurs en la materia (con varios hits en la recámara del indie-disco patrio) o porque cuenten en su histórico con el mérito de haber llevado el legado de la Carrá a las lindes del mainstream con su periplo en el Benidorm Fest; en su lugar, lo que de verdad le da autoridad y crédito a este trío oriolano es que pocos grupos de su generación han aprendido a fluir con el descaro, la ligereza y la elegancia que Óscar Ferrer, Aarön Sáez y Vicente Illescas manifiestan en sus experimentos sonoros, manteniéndose fieles a su raíz sin morir en el intento.
Apoyados de nuevo en Tato Latorre, tal y como ya hicieran para su disco “Arriva” (14), el conjunto regresa ahora con un sexto largo cuyo hedonismo y buena vibra se respiran desde el mismo título: “SHARIROP” (Altafonte/Hook, 24). No le intentes buscar una explicación lógica o cerrada al mismo: esta suerte de tarareo onomatopéyico significa todo lo que el oyente quiera. Una excusa para soltarse el pelo, regalarse un caderazo y desconectar de la asfixiante rutina. Un punto de fuga dentro de la espesa negritud de nuestros días, asolada por los disgustos y contrariedades que la vida adulta trae consigo. Un serotonínico lugar de reencuentro con quienes son capaces de dibujarnos una sonrisa, incluso en la situación menos favorable. Todo eso y mucho más es “SHARIROP”.
Conscientes de que la pista de baile es ante todo un estado mental y su disfrute puede llevarse a cabo en diferentes contextos, los chicos de Varry Brava enuncian un cancionero capaz de trasladarnos a las diferentes caras de la noche y del asueto. Desde la fiesta de alto copete con el french-disco de “Figaro” a esa oda al parkineo con guiños a Radio Futura incluidos en “Tierra para bailar”. Eso sí, para semejante labor el trío no está solo. De hecho, hablamos de nada menos que del disco más colaborativo de la banda hasta la fecha, donde sus responsables han logrado congregar a un total de seis mujeres artistas, dispuestas a poner sobre la mezcla su particular visión de la música de baile.
Y es que, elegidas con acierto y tino, todas ellas representan una forma diferente de entender y expresar el género desde su dispar know-how. Nombres como los de Javiera Mena, Bely Basarte, Suu, María de Juan, K!ngdom o la icónica Ku Minerva insuflan un aire inédito en el sino de la banda y en el corpus definitivo de un artefacto electrónico destinado a no concedernos ni un descanso. Rumba y desparpajo (“Georgina con Cristiano”), desamor en clave de funk (“Boomerang”) y hasta un irónico anti-himno festivalero donde nos regalan su agudo punto de vista sobre este boyante negocio (“El último festival”).
Con la espontaneidad y el dinamismo de sus primeros e infecciosos éxitos, pero contando con una destacada y renovadora solidez en sus letras, Varry Brava no necesitan salirse de sus habituales raíles para demostrarnos nada. “SHARIROP” es pura sencillez pop. Un safe-place en el que refugiarnos cuando afuera llueve. Una mirada sin prejuicios ni pretensiones, pero con la enjundia necesaria para alegrarnos el cuerpo.
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