Decir a estas alturas del partido que a la tercera va a ir la vencida, puede sonar a ironía o simplemente a puro y duro cachondeo. Volver a explicar quién coño son Uzzhuaïa también. Trece años de obstinada carrera con tan sólo tres discos no parecen a priori un bagaje demasiado espectacular.
Lo sé, pero antes de emitir cualquier juicio habría que escucharse los discos, puede que entonces todo te parezca distinto. Por eso, y aunque este trabajo debería haber visto la luz hace un año, los valencianos vuelven a intentarlo de nuevo. Quieren asaltar no sólo el podio del rock duro patrio, sino lograr una repercusión que esté a la altura del potente y mimado sonido del grupo. Ya había escrito en ocasiones anteriores que tienen madera de sobra y que tan sólo faltaba la chispa que haga prender esa lumbre que se ha obstinado en no llegar por el momento y que los ha puesto al borde del abismo en más ocasiones de las que les hubiera gustado. Menos mal que la nueva colección de riffs les infunde toda la fe del mundo en que esta vez sí. Esta vez los que disfrutan con The Cult, Soundgarden, Hamlet o incluso, salvando las distancias, con Héroes del Silencio (de quienes por cierto incluyen una versión) van a hacerles caso. O puede que no. Puede que los más rockeros pasen de nuevo del producto patrio y se pierdan una de esas bandas que se disfrutan por sus patrones clásicos y por cantar (y de qué manera) en castellano.
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