La carrera de Conor Oberst empieza a aspirar a ser tan abrumadora y prolífica como la de Will Oldham, salvando como es obvio, las distancias del tiempo y de la edad. Las referencias empiezan a sucederse ya sea bajo su propio nombre, o bajo el paraguas de Bright Eyes, y lo mejor del caso es que no podemos hablar de material de relleno o de segunda. Todo lo contrario. Su cuarto trabajo en solitario es el mejor hasta la fecha, y puede competir cara a cara con obras de Bright Eyes tan celebradas como “Cassadaga” (Saddle Creek, 07), incluso superándolas. Y todo ello gracias a la combinación de canciones exuberantes como “Zigzzaging..:”, la efervescente “Kick” o el toque épico apoyado en los vientos y los coros de la maravillosa “Governor’s Ball”, con temas más reposados, con ese toque acústico e intimista, como la bella “Artifact #1”, “Lonely At The Top” y, por encima de todo, “Night At Lake Unknown”. Canciones cuya estructura siempre tiene ese toque de personalidad tan propio de Oberts, que lo diferencian de otros autores con un pie puesto en la tradición.
Cabe destacar también la acertada aportación del dúo de las hermanas suecas de First Aid Kit a los coros y la certera producción de un Jonathan Wilson (Dawes, Father John Misty) que se está empezando a convertir en una especie de rey Midas del folk californiano actual, dando ese empaque rotundo y certero a unas producciones escogidas con sabiduría para hacerlas brillar.
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