Unplugged

Esencia, he ahí la palabra clave. En un momento donde se confunde a conciencia, no sin cierta preocupación de quien esto firma, integridad con integrismo, resulta excitante atender a discos como este “Unplugged” de Jay-Z. Un disco y una actuación que ponen de manifiesto que, por suerte, “The Blueprint” no se quedará en anécdota compensatoria dirigida a las calles, sino que hay intención de prolongar su estela en futuras grabaciones.

Con el apoyo instrumental de The Roots, Jay-Z se arma de verdad (de la única verdad que cuenta en esto del hip hop: flow, skills y un respaldo sonoro liberado de plástico y sintetizadores) para firmar el mejor ´unplugged´ de toda la historia de la MTV. Un concierto que, musical, artística y emocionalmente, deja a la altura del betún a los ejercicios entregados por Nirvana, Bob Dylan o cualquier otra figura dinosáurica del rock. Ha tenido que venir un ex traficante de drogas de Brooklyn para firmar la mejor referencia unplugged de todos los tiempos. Aquí se mantiene intacta, muy a pesar de “I Just Wanna Love U (Give It 2 Me)” (con el Neptune Pharrell en escena) o “Big Pimpin´”, la esencia en carne viva del hip hop, un universo abastecido de talento donde un grupo en directo es capaz de convertir los himnos más comercialmente sospechosos en emotivas crónicas históricas del género; donde un Mc es capaz de destrozar a dos competidores (Nas y Prodigy) sobre sus propias bases musicales (ojo a los guiños de “Takeover”: ecos de “Shook Ones Pt. II” y “N.Y. State Of Mind”); o donde una heroína soul, Mary J. Blige (invitada en “Can´t Knock The Hustle” y protagonista en su “Family Affair”), por fin le confiere alma (nada de curvas, azúcar y AOR negro) al new soul.

Cuando las listas de ventas pasan a un segundo plano, cuando la emoción acapara todo el interés y cuando los artistas mediocres no se meten por medio, la carrera de Jay-Z funciona mucho mejor. Muchísimo mejor.