Aunque sigue pareciéndome un apreciable disco de debut “Hopes And Fears” se ha convertido con el tiempo en uno de esos discos que se escuchan abrazados a la pareja, que se ponen en el equipo del jardín mientras danzan entre nubes o que suenan en los grandes almacenes los fines de semana. Tan es así que Keane han dejado de gustarme como me gustaban, pero no se equivoquen, no es prejuicio de plumilla. No se trata de eso.
De hecho, soy de los que piensa que la forma en la que el público se comporta o hace suya la música no debería repercutir en los artistas, y de eso estoy convencido incluso frente al grupo con el porcentaje de baladas babosas y almibaradas más alto de, yo qué sé... de la historia del pop. Diría que ni siquiera podemos responsabilizar a Tom Chaplin de ser un tipo tan cándido o a Tim Rice-Oxley de sobreactuar cuando interpreta sus temas en directo. Ahora bien, de lo que sí podemos culpar a los Keane de “Under The Iron Sea” es de (pese a un cierto aire oscuro, a alejarse de A-Ha, arrimarse a U2 como nunca en “Is It Any Wonder?”, dejar claro que también pueden aprender de los Talk Talk más comerciales en “Nothing In My Way” o mantener el tipo en “Put It Behind You” o “Crystal Ball” –resulta difícil con un texto como ese-) su nuevo disco se contente con ofrecernos cuatro canciones apreciables y siete sin ninguna magia.
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