Lehengo Lepotik Burua
DiscosUger

Lehengo Lepotik Burua

7 / 10
Reuben Weedianaut — 11-03-2022
Empresa — DDT Banaketak / Sua Industry
Género — Punk Rock

Durante cinco años, Uger han sido uno de los mayores secretos a voces que hemos tenido en los escenarios subterráneos. Tras formarse en 2016, poco más de un año después el quinteto de Bilboaldea se presentaba con una dupla de EPs homónimos. “Uger” y “II” se repartían una docena de canciones autoproducidas en los Zarata Estudios de Berango, una de las principales muestras de que llevan el DIY (“hazlo tú mismo”) como estandarte, pero no la única. En la trayectoria del grupo, la música y las ideas (la vida, al fin y al cabo) han sido abordadas en espacios que las entienden de la misma manera, y siempre en compañía de personas afines. A fuerza de las relaciones forjadas en ese tránsito, nos llega “Lehengo Lepotik Burua”, contando con el apoyo de DDT Kolektiboa (más de 30 años a sus espaldas distribuyendo contracultura en la capital vizcaína) y Sua Industry (uno de los múltiples brazos del colectivo jamaicano local Pantx Records) como consecuencia natural de esas sinergias.

Y digo “consecuencia natural” porque, cualquiera que haya visto tocar a Uger puede afirmar que son un seguro de vida sobre las tablas, no fallan, siempre cumplen. Y en mi opinión, en este LP han conseguido reflejar eso mismo con mayor fidelidad que en sus anteriores esfuerzos. Para empezar, se han metido por primera vez en un estudio profesional durante la primavera de 2020 para grabar en El Submarino Records a los mandos de Iñigo Escauriaza y Borja Arbaiza, este último también a cargo de la mezcla, tarea de la que se venía encargando desde los inicios. Además, han subido la apuesta, estirando la duración hasta los nueve temas (incluyendo un interludio instrumental y un opus colaborativo de ocho minutos) y editando por primera vez en vinilo, algo que viene siendo cada vez menos habitual debido a la escasez global de materias primas. Todo ello contribuye a que esa energía que despliegan en directo se deje sentir a lo largo del minutaje, explorando todas las facetas que atesoran en su recorrido.

Abren las hostilidades con un trallazo como “Xedea eta Fedea” (“El Objetivo y La Fe”), que sirve tanto de tarjeta de presentación como de declaración de intenciones, y que viene acompañado de un videoclip en el que se suceden imágenes en la carretera junto a bandas hermanas como Mármol y en espacios tan familiares como el Gazte Lokala de Deusto. Siempre se les ha asociado con grupos como Kuraia, con esa querencia por pisar el acelerador a fuego en cada pista; y personalmente, siempre los he visto cercanos al desert rock por esa misma tendencia a pisarle, pero en mi imaginación conducen entre dunas y con la arena dejando el coche en mera herrumbre. En cambio, escuchando el disco la referencia que más se ha repetido en mi cabeza es la de Willis Drummond. No sé si es por la similitud de la voz de Gago con la de Jurgi, o porque suenan como la locomotora que eran los de Baiona cuando Rafa Rodrigo estaba en la banda y se les comparaba con una mezcla entre AC/DC y Fugazi; pero sustituyendo en este caso esa guitarra a lo Malcom Young por la sección rítmica formada por Haza y Uri, continuamente echando leña a la caldera haciendo sonar los pistones hacia adelante como única meta. “Ezina” y “Gelditu Barik” son buena muestra de todo ello, añadiendo el post-hardcore de Hüsker Dü a la ecuación con el brillo de las guitarras de Fiker y Borja, y llegando a encontrarnos fraseos cortantes como rap en “Denok Gara Truman”. Sorprende la inclusión de un tema instrumental, pero resulta ser la bisagra perfecta para terminar la cara A, ampliando la paleta musical con la sierra, didgeridoo, flautapiño (sic) y violín de Roberto Castro "Boti" para sonar psicodélicos como los Sungrazer del Duna Jam. Los paralelismos con Willis se ven refrendados en la canción que nombra al disco, en la cual colaboran Miren Narbaiza (MICE) y Joseba B. Lenoir, quien ya aportó esa guitarra tan Neil Young junto a Ekiza y Cía al sustituir a Rafa durante una temporada, y que es puesta aquí al servicio del tercio final de un medio tiempo que bascula entre los de Iparralde y los Berri Txarrak del segundo EP del “Denbora Da Poligrafo Bakarra”. Su colaboración y amistad surgieron a raíz de un bolo que dieron ambos grupos (Miren forma parte de la banda de Joseba en el proyecto que lleva su nombre) en el Kremlin Bilbao (uno de esos lugares de filosofía común que mencionaba), haciendo de “Lehengo Lepotik Burua” la síntesis perfecta del álbum (que incluye para terminar una versión de CAN, como ya hicieran con Sonic Youth en “II”) al aunar todas las vertientes que conforman la entidad conocida como Uger. Un disco que, si tirásemos de tópicos, debería ponerlos en el lugar que merecen; pero visto lo visto, hace tiempo que llegaron allí. “No se puede construir lo nuevo cuando se pierde lo que somos”, reza la letra, y Uger tienen muy claro quiénes son, y lo que quieren erigir.

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