Que Ty Segall sufre de incontinencia creativa es evidente, atendiendo a esa generosa discografía que, desde que viera la luz aquel debut homónimo de 2008, suma ya un total de quince álbumes de estudio. Una inspiración desbordada que, en cualquier caso, suele concretarse en notables (o cuando menos aceptables) resultados. Sin embargo, en esta ocasión el de Laguna Beach puede haberse pasado de frenada, lanzando al mercado un disco en el que da rienda suelta (muy suelta...) a su faceta más exacerbada.
Resulta lícito, por descontado, que el músico se entretenga buscando nuevas formas de expresión o enredando con sonidos alejados de su habitual psicodelia-rock-garagera. Lo que podría resultar cuestionable es si era necesario prensar y lanzar al mercado el resultado de tales probaturas. “Love Rudiments” es un compendio de compleja digestión, tejido con desconcierto y poco magnetismo intrínseco, resultado directo de aunar en una misma marmita experimentación, kraut-rock, free-jazz, progresivo, funk, electrónica y ambient. Un invento, distribuido en cuatro partes y treinta y seis minutos, durante el que Segall se dedica a apurar a conciencia su gusto por la batería y las percusiones.
“Love Rudiments” puede venderse como un trabajo conceptual; también como un paso adicional fuera de la zona de confort de un músico asentado como es Ty Segall; quizás, incluso, como un homenaje a influencias menos habituales como Neu!, Sun Ra o Can. Pero, en la práctica, las pruebas señalan al mero pasatiempo y (en el mejor de los casos) a aquella anécdota derivada de unas cuantas sesiones libres en el estudio. Una curiosidad con algún destello de interés, pero, en términos generales, poco llamativa y obviable dentro de la jugosa carrera del norteamericano.
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