El teclista de The Cure desde 1987 –con alguna intermitencia, a ver quién es el guapo que no la tiene con Robert Smith de gerifalte– entretiene el interregno entre la última gira del grupo y su anunciada próxima entrega con un nuevo trabajo en solitario, que refuerza la vis más pastoral de una obra paralela que acumula ya cerca de una decena de álbumes.
Como ocurría hace unos años con sus atracones de Moog (con Erin Lang) o ya directamente sentado, como aquí, ante un piano clásico (con Julia Kent), el músico londinense vuelve a apoyarse en una voz femenina para entregar un disco que cabe encajar como de reencuentro con los apacibles y sosegados paisajes que rodean su casa en la campiña del norte de Devon tras intensos meses de viajar por todo el mundo: es en esta ocasión la angelina Jennifer Pague, vocalista de Vita And The Woolf, quien le acompaña en cuatro de los ocho cortes de este álbum, y cuenta el propio D’Donnell que su entrada en escena fue fundamental, ya que su idea inicial era despachar un trabajo puramente instrumental, con dos cellos acompañando al piano en una cara y un cuarteto de cuerda haciendo lo propio en la otra.
El resultado emite cotas de un lirismo y una delicadeza rebosantes de emotividad, conjurando el minimalismo de la escuela Michael Nyman con un universo de orfebres en el que, así a bote pronto, a uno le acuden a la cabeza los nombres de Piano Magic, The Montgolfier Brothers o Paul Buchanan. Un disco bonito hasta decir basta, en el que, por buscar dos cimas de destacada belleza, “On The Wing” –íntegramente instrumental– y “I’ll Say Goodnight” –con la voz de Pague– pueden funcionar como estupendas puertas de entrada si disponen ustedes de tiempo y curiosidad, tanto si son fans deThe Cure como si no. Si lo hacen, no se arrepentirán. Vale la pena.
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