El presente año se ha convertido en toda una prueba de fuego para esas bandas que en la primera década de los 00s se convirtieron en iconos de un movimiento que alteró para siempre nuestro concepto de etiqueta indie. Mientras que Kasabian decidió cambiar radicalmente de voz y de perspectiva, en Foals se optó por volver la vista atrás con muy buen criterio; algo que sin lugar a dudas parece haber despertado las esperanzas de cierto trío de Irlanda del Norte por renacer de sus propias cenizas, y buscar con su quinto álbum combatir las expectativas sobre ellos mismos a golpe de buen rollo, luminosidad y libres de presiones.
Fue hace más de diez años cuando los propios Two Door Cinema Club hicieron de su carta de presentación la losa más pesada de su carrera. Un debut casi perfecto en el que sus referencias, elegantes y gamberras a partes iguales, lograron calar en el imaginario colectivo –llegando a alcanzar incluso hasta el mercado más mainstream- y volviendo a reconciliar a la sociedad con el pop británico. Es ahora, en pleno 2022, cuando a más de uno se les están viendo las costuras al no estar tan capacitados para trazar una carrera regular y estable como se les estimaba, y el público (exigente como nadie y más saciado que nunca por la incesante cantidad de opciones alternas que a diario emergen) pide que, si no se va a trascender de nuevo, que al menos se les entretenga con un trabajo divertido. Y eso es lo que mejor podría definir a este “Keep On Smiling” (Lower Third/PIAS, 22), una amalgama de destellos discotequeros, facilones y bailongos, con la que de seguro el trío no volverá a surfear la cresta como antaño, pero que inesperadamente funcionan mejor de lo previsto dentro de ese contexto de frescura veraniega, hedonista y distendida en la que casi cualquier ritmo funky nos basta para sacudir un poco los pies y las caderas.
Nacidas de las raíces del confinamiento, muchas de sus letras son un claro canto a la reconquista de nuestras propias vidas y a ese, en ocasiones frustrante, deseo de toparnos con algo mejor que nos estuviera esperando al final de ese pandémico túnel (“Hoping that there’s something coming, is not the same” cantan en la álgida “Lucky”, o más evidentes y entre falsetes para “Wonderful Life”: “Take back your wonderful life, the more the life to love much better . We say it all of the time, the time is now. It’s now or never”). Si a este fervor positivista y buenrollero le sumamos, además, claros intentos por maridar su indie-pop de siempre (“Millionaire”, “Feeling Strange”) con fórmulas que viajan desde el nu-disco (“Blue Light”) hasta el funk más clásico, ya sea en su versión beat más animada (“Won’t Do Nothing”) o en formato de tórrida balada (“High”), sin mencionar esos sorpresivos arranques instrumentales (“Messenger AD” y “Messenger HD”) que abren y cierran el álbum en clave de tonadilla de ciencia-ficción ochentera, obtenemos sin dudas un trabajo que demuestra, como poco, cierta valentía e intención de reinventarse.
Es completamente loable que Alex Trimble y compañía traten de quitarse el sambenito que ellos mismos se colgaron con sus primeras incursiones en la escena (sin duda, todavía a día de hoy sus intervenciones más aplaudidas y disfrutadas en sus directos, de lejos), pero a pesar de que “Keep On Smiling” sea precisamente una radiante invitación a dejar atrás cualquier desaliento y a seguir evolucionando desde el optimismo, el trío va a tener que hacer un esfuerzo aún mayor para que sus éxitos primigenios gocen del relevo que ansían encontrar.
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