El tiempo. Parece que fue ayer cuando Tim Wheeler y los suyos irrumpieron en la escena musical internacional con apenas veinte años con su mini “Trailer” y “1977”, uno de los debuts más sinceros de la década pasada.
Ahora tienen treinta, han pasado más de diez y la rabia punk de los días de incertidumbre pre-acuerdo en el Ulster natal ha dado paso a un rock adulto más pensado y quizá más estandarizado. Pensar y estandarizar: dos verbos que no tienen por qué pelearse cuando se trata de medios tiempos preciosistas como “Polaris”, las demostraciones de energía de “You Can’t Have It All”, “Blacklisted” o “Palace Of Excess”, melodías contagiosas levantadas con oficio (“Ritual”, “Princess Six”), las guitarras épicas en “Shattered Glass” o la perfecta colocación del tema que da nombre y cierra brillantemente el disco. Todos ellos dan fe de uno de los mejores momentos de Ash en esta corta década. El trío afirma que será su último disco y que a partir de ahora únicamente editarán singles sueltos. Si es así, la despedida en formato largo se habrá acercado mucho a la mejor que podrían tener los irlandeses.
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