Pronto se cumplirán diez años del álbum que lo cambió todo para Twenty One Pilots. “Blurryface” nos abrió las puertas al universo íntimo del dúo de Ohio de influencias ricas: melodías pop, rap, electrónica, riffs pegadizos. Mezclas imposibles en la que, cuanto más extraños eran sus contrastes, más subían en las escuchas. Y en un momento en el que empezábamos a poner el foco en la salud mental como sociedad, Twenty One Pilots hablaban sin reparos de ansiedad, depresión y la lucha contra sus propios demonios. Tyler Joseph y Josh Dun han seguido fieles a sus raíces artísticas en esta última década, siendo “Clancy”, su nuevo disco, el gran final de una saga de álbumes conceptuales.
Aunque en estos años el universo de Twenty One Pilots se ha expandido para hablarnos de dragones, corporaciones malvadas y futuros distópicos, lo cierto es que su narrativa siempre ha mantenido una constante: la batalla de Tyler Joseph lidiando con sus problemas de salud mental. A partir de ahí comunidades de fans han intentado descifrar mensajes crípticos encontrando hilos invisibles entre sus canciones, teniendo un momento brillante en “Trench” (17) un álbum que daba un giro más oscuro en el que lidiaban con los problemas de la fama y que su continuación “Scaled & Icy” (18), más pegajoso y con un sonido cercano al indie pop, no siguió tirando del hilo. En ese sentido, “Clancy” se presenta como el desenlace de esta historia iniciada en “Blurryface” y amplificada en “Trench”, un álbum en el que descubrir si finalmente los alter egos de la banda consiguen escapar de sus propios males.
En “Clancy”, Twenty One Pilots actualizan ese sentimiento y búsqueda de uno mismo iniciada en “Blurryface”, pero esta vez desde la perspectiva que sólo puede dar la edad. El tiempo será uno de los elementos con los que jugarán a lo largo del disco, expresado de forma explícita acompañada de un piano dulce en “Oldies Season”, un mensaje para sus fans más jóvenes. Pero la metanarrativa (que seguro contentará a sus fans por su gran cantidad de autoreferencias a discos anteriores), se quedaría vacía si no viniera acompañada de buenas melodías. Porque aunque lo vistan con muchas capas, la canción siempre está en el centro para Twenty One Pilots. Así, “Clancy” no duda en seguir explorando géneros, arrancando con un “Overcompensate” que recuerda a las mezclas de rock y electrónica de los noventa y nos reintroduce en el mundo distópico de “Trench”, sin miedo a pasar a un emo rap en “Backslide” o jugar con el neo-wave más coreable con “Midwest Indigo”. No faltan los himnos de estadio como “Next Semester”, destinada a ser uno de los puntos fuertes de su directo, que contrasta con la liviana “The Craving”, una muestra del potencial vocal de la banda.
La declaración de intenciones de regresar al universo de “Trench” permite que el grupo vuelva también al estilo de producción que hizo que su predecesor se convirtiera en el favorito de los fans, aunque en esta ocasión mucho más abrasivos. Con un juego constante de guitarras entrelazadas con sintetizadores a lo largo de todas sus pistas, “Clancy” consigue una entidad propia que va más allá del concepto por el concepto, una secuela que marca un punto y seguido en la trayectoria de la banda y en la que sumergirse, un poco más profundo, en un mundo imaginario que ya tiene vida propia.
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