Dos años han tardado Sibyl Vane en armar la continuación del chispeante “Mermelada de tomate”, disco oasis de 2004 al que era obligatorio recurrir para mantener la fe en el indie pop patrio.
Dos años en los que no han parado de tocar, de ver mundo, de enamorarse, de desenamorarse, y durante los que han perdido esa inocencia que marcaba sus inicios. Todas esas vivencias se han visto plasmadas en “Turismo de interior”, un disco oscuro, descreído, mucho más crudo, donde ya no sólo acarician, sino que también arañan a conciencia. Ahora suenan más fieras, más rock (sin perder nada de la frescura y gancho original), gracias en parte a la acertada producción de Santi García, con la intención de hacer más ruido, de plantarse y gritar todo aquello que les dé la gana. La mayoría de sus canciones son pequeños ajustes de cuentas a los que únicamente falta poner nombre y apellido (ahí quedan “Mientras dura”, “Perdiendo el tiempo”, “Fracciones y fricciones” o “Bahamas), y sus sencillas metáforas sobre las cuestiones afectivas funcionan a la perfección (el título del disco es más que revelador). Sólo en dos momentos “Madre soltera” (un hit nuevaloero cargado de mala leche) y “Te voy a matar” (en la que juegan a ser unos Pixies de instituto) rebajan el nivel de bilis. Eso sí, ¿sin quererlo?, resultan más ácidas que nunca.
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