Tsunami Sea
DiscosSpiritbox

Tsunami Sea

8 / 10
Adriano Mazzeo — 13-03-2025
Empresa — Pale Chord / Rise
Género — metalcore

El mundo del metal moderno puede volver a dormir tranquilo. Llegó el día en que Spiritbox lanzó su esperadísimo “Tsunami Sea” y, sujeto de las tremendas expectativas, el disco no lo tiene fácil. Es que desde el éxito del anterior álbum, el festejado “Eternal Blue” la banda se convirtió en el bebé más preciado de la escena. Giras por el mundo, slots de teloneros en la vuelta de Linkin Park, colaboraciones con Megan Thee Stallion y premios por doquier fueron algunos de los factores que los mantuvieron en el lomo de la ola en estos años. Es 2025 y es tiempo de dropear esa ola y volver a mostrar lo que hay y ahora sí, vamos a dejarnos de rodeos para decir que lo que hay es mucho y muy bueno.

Comenzando por las dotes vocales de Courtney LaPlante, hay algunos hechos históricos que ayudan a explicar por qué es una vocalista fuera de la norma. La cantante escuchó Cannibal Corpse a los cinco años, momento en que Björk lanzaba su disco debut para luego convertirse en una de sus artistas favoritas. Con esas referencias tocando los extremos de sus influencias, es lógico que lo que proponga desde lo vocal sea un viaje a las profundidades de la melodía emocional con pronunciadas turbulencias en los growls más bestiales.

La amalgama con un audio relativamente barroco (doble bombo insistente, guitarras que oscilan desde el sentimiento prog al filo djent) hace que las canciones de “Tsunami Sea” estén pobladas de incentivos impactantes y vestidas de espíritu (dark) pop.

Más allá de esto y de algunas influencias más o menos palpables (Deftones, Meshuggah, Gojira, Evanescence), lo que destaca en estos temas es que, sobrando las técnicas y recursos de producción, muchos de ellos se podrían cantar con una guitarra acústica (“Crystal Roses”, de base drum n bass, la épica “Dream End” o la sentida “Tsunami Sea”). Por supuesto que no todos pasarían por ese filtro minimalista ya que, obviamente, tenemos violentas descargas como “No Loss, No Love”, un trallazo asesino carente de melodía que alterna riffs grooveros con spoken word sobre base discotequera o el brutal bulldozer del disco “Fata Morgana”.

A su vez “Black Rainbow” corporiza el buen uso de una producción industrialoide y mega comprimida: este sonido sí hace pensar en robots carnívoros mientras su letra lanza alertas “Tu corazón es un agujero/Puedo ver kilómetros y kilómetros más allá del arcoíris negro”. Y del mismo modo que Sade lograba meter machaques guitarreros en su soul apesadumbrado, las bases djent de “Perfect Soul” funcionan de puntiaguda superficie para el hiper ganchero estribillo gobernado por la (otra vez) impecable voz de LaPlante.

Para resumir, los aciertos de la placa son contantes y sonantes y Spiritbox demuestra estar en su prime, cosa que toda la escena metal agradece de cara a un futuro que, en manos de esta gente, suena prometedor.

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