Aunque en su momento cierta prensa le achacara ser responsable del revival que anquilosó al rock británico en los noventa, no se le puede reprochar al británico relajarse en cuanto a su ritmo productivo e inquietudes. “True Meanings” llega un año y pico después del estimable “A Kind Revolution”, y es más generoso: catorce canciones. No es falta de confianza en sus habilidades compositivas lo que le falta a un hombre que acaba de cumplir los sesenta con un rostro curtido por mil batallas y una vida, personal y artística, vivida a tope: veintiséis discos, que son los que acumula el de Surrey entre The Jam, The Style Council y los ya catorce de su carrera en solitario. Asegura la nota promocional que estamos ante un trabajo que es diferente a todo lo que el compositor ha hecho antes, lo cual suena a hipérbole promocional. Podría ser, no obstante, que estemos ante el disco más introspectivo de su carrera, con canciones construidas desde la guitarra acústica y su sentida e inspirada interpretación vocal. Es algo que ya adelantó en el lejano “Wild Wood” de 1993. Aunque aquí se suma el poso de la edad y la memoria. No es casual que una canción se titule “Bowie”.
Paul Weller, que siempre ha mostrado debilidad por el Neil Young campestre y la fértil tradición bucólica de su país, ha combinado con maestría la urgencia de una grabación rápida en su estudio, con ricos y suaves arreglos instrumentales e orquestales, que cristalizan en “The Soul Searchers”: uno de los cortes más jugosos de su última época. El preciosismo folk de “Glide” y la guitarra acústica de “Mayfly”, el ritmo jazz de “Old Castles”, el jugueteo blues de “Come Along”, el soul de “Movin´On” o las cuerdas ensoñadoras de “May Love Travel With You”, confirman que estamos ante un disco de nivel. Weller vuelca su plenitud vital en sus canciones, aunque de su garganta asoman matices melancólicos (“Gravity”, “Books”, ésta con sitar) o incluso de abierta vulnerabilidad (“Aspects”). Delicadeza acústica con arreglos orquestales, pero sin abusar de la producción que lastraba su creación reciente. Un disco hondo y bonito en el mejor sentido, en el que el icónico compositor británico, todo corazón, se desnuda y hace mortal desplegando su sapiencia musical y la de sus colaboradores: los veteranos del folk británico Martin Carthy y Danny Thompson (Pentangle), Rod Argent de The Zombies, la joven Lucy Rose y hasta Noel Gallagher.
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