Roky Erickson es uno de esos personajes de leyenda: líder de uno de los grupos más explosivos y geniales de la psicodelia, 13th Floor Elevators, autor de una de las mejores canciones de todos los tiempos ("You're Gonna Miss Me") y protagonista de una de esas biografías que alimentan la mitomanía, marcada por el consumo de drogas, la locura y el descenso al infierno artístico, ya en los ochenta, cuando decidió emprender su carrera en solitario. No todo fue malo y de hecho algunos temas de esa época tienen esa fascinante aura que sólo las historias vitales trágicas parecen imprimir a las melodías (pienso en "You Don't Love Me Yet", por ejemplo). “True Love Cast Out All Evil” emana también esa clase de poder espectral. Acompañado con sobria eficiencia por su vecinos Okkervil River (produce Will Sheff), Erickson parece vivir en un limbo atemporal, en un reino sin dueño en el que la nostalgia se solapa con las ganas de seguir empujando y en el que la música de raíces (“Be And Bring Me Home”), el rock (“Bring Back The Past”, “John Lawman”) e incluso el soul (“Think Of As One”) son la misma y ninguna cosa en concreto. Conociendo su pasado algunos de los momentos del disco simplemente quitan el aliento: “Please, Judge”, “Goodbye Sweet Dreams”... Sí, siempre hay una luz al final de todo túnel. Como canta él, no hay blues tan triste.
Roky es una especie de Ave Fénix, capaz de renacer de sus cenizas en toda su gloria. Me alegra tanto de que permanezca en el reino de los vivos y nos regale discos como este...