Braindrops
DiscosTropical Fuck Storm

Braindrops

8 / 10
JC Peña — 03-09-2019
Empresa — Joyful Noise
Género — Post punk

Me decía Gareth Liddiard en una entrevista que, a diferencia de casi todo el mundo, su objetivo artístico es hacerse más raro con la edad. Dicho y hecho, él y la bajista y cantante Fiona Kitschin dejaron en barbecho su asilvestrado grupo de rock The Drones (cuyo sonido ya había mutado) para hacer “mierda rara” junto a Lauren Hammel (batería) y Erica Dunn (guitarra y teclados). Y no conozco nada que se asemeje a la marciana, árida y anárquica centrifugadora musical de Tropical Fuck Storm, banda sonora de una era de desquiciamiento general. Deconstruyen sus influencias (rock, post-punk, psicodelia, funk, hip-hop) y las regurgitan en un ácido destilado tan expresionista como la enloquecida ilustración de la portada.

El segundo álbum del cuarteto australiano llega apenas a un año y medio de su debut y después de unos cuantos conciertos devastadores, signo claro de que van con todo. La crudeza insólita del proyecto nos asalta desde los primeros compases de las guitarras desaliñadas y la letanía vocal de 'Paradise': tensión y amenaza que desemboca en tormenta eléctrica. Muy The Drones, en realidad. 'The Planet Of Straw Men', andanada contra la vacuidad global, se recrea en su gélido pulso post-punk. Luego llega el funk mutante de 'Who’s My Eugene?', con Kitschin asumiendo la voz principal. El jugueteo rítmico, combinado con electrónica freak, es primordial en 'The Happiest Guy Around', que pasa de la ligereza melódica a densidades de terror: un disparate que sólo ellos pueden permitirse. 'Maria 62' muestra a Liddiard y su guitarra licuada en terrenos casi tiernos: no todo va a ser abrasión. 'Braindrops' es como si el Tom Waits de 'Swordfishtrombones' hiciera una especie de hip-hop. La desolación de la instrumental 'Desert Sands Of Venus' desemboca en el final solemne de 'Maria 63'.

Con Tropical Fuck Storm uno tiene la impresión de que puede pasar cualquier cosa. El humor negro es parte sustancial del show, como queda patente en sus vídeos impagables, pero más allá del estéril cinismo de estar de vuelta de todo, también hay una humanidad descarnada de fondo amargo. No queda otra cosa que quitarse el sombrero.

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