Tres Creus
DiscosHoke

Tres Creus

7 / 10
Daniel Caballero — 13-01-2025
Empresa — Autoeditado
Género — Rap

Sobre la bocina de fin de año pero ya está aquí el nuevo álbum de Hoke. Titulado ‘Tres Creus’ en referencia a una avenida de su ciudad, Valencia, este trabajo supone una actualización estilística tanto de fondo como de forma en los rapeos y tropos narrativos; una bajada de revoluciones para sopesar con calma lo logrado; y para mirar, sobre todo, hacia dentro. Si ‘BBO’(22) por su impetuosidad hambrienta sonaba a tonos amarillos y rojizos, este, por su cariz sereno y reflexivo, suena a cian. 23 minutos de duración, de nuevo, un proyecto muy corto. El difícil equilibrio entre dejar la miel en los labios para tener ganas de más, y entre que la miel se gaste antes de siquiera finalizar el álbum.

El círculo de productores se amplía aquí, donde participan nombres con pedigrí nacional como Steve Lean, Mark Luva, Allan Parrish, A.Dense, Lex Luthorz, Gese da O, El Secreto Produce, Saint Lowe, PMP y Nuviala. Todos ellos forman un buen corpus sonoro, más ancho y colorido pero a su vez menos homogéneo y definido, quizás porque este álbum no tiene un concepto tan marcado como el que tenía su predecesor, por ese motivo la producción puede estar más dispersa entre canciones, al no haber un norte tan claro del que guiarse. Sorprende la desaparición absoluta del arquitecto sonoro y mano derecha de ‘BBO’, Louis Amoeba. Hay referencias al rap de Memphis y a Three Six Mafia en ‘Triple Six’, con ese guiño a través del sample de ultratumba de Lil Glock. Enriquece de forma notable el álbum esa producción industrial -casi que sacada de una canción de Erik Urano- de ‘Telekinesis’, una canción que va creciendo y donde el susurro de Hoke contrasta interesantemente con la tensión que emana el beat.

El tono del álbum es otro de los puntos importantes. Si hemos estado acostumbrados a un Hoke atlético y vigoroso, aquí queda relegado a un segundo plano, puesto que en la mayoría del proyecto despliega un flow de susurro, casi que de ASMR -véase ‘Masa Madre’, ‘Tres Creus’ o ‘Nos creíamos kies’-. Habría estado más equilibrado si hubiera un poco más de vehemencia. Ahora bien, ese whispering flow puede entroncar directamente con el momento vital del valenciano, y es que aquí vemos a un Hoke apático y frío ante los frutos dulces del éxito que lleva cosechando en los últimos años. “Ni cobrando el caché más serio de toda mi puta vida / Ni fumándome un gramo y medio por la quinta avenida / Ni en medio de la tormenta / ni en medio de la calima / No siento nada en la barriga en el pico de mi vida”, rapea en una de las pistas más destacadas del disco, ‘Dálmatas’, entre coros angelicales que parecían ser de Judeline -luego se encargó ella misma de desmentirlo a través de un tuit-. La sombra de la depresión también planea en el álbum; sobre ‘M.A.N.’, (“No me presiones / estoy en medio de dos depresiones”) el vertiginoso drill donde colaboran Ébano y Ergo Pro; también sobre ‘Tres Creus’ (“cuento otro lunes / muerdo el hueso hasta que se consume / Miro el peso pero eso no sube / somos presos / hacemos formas con nubes”); y sobre ‘Nos Creíamos Kies (“Ahora me encuentro / con los bolsillos llenos en mitad del desierto”). Aunque también hay efecto rebote con picos de altivez (“todo está en su sitio venga lo que venga / ahora me despierto con uno de hierba / pisando una alfombra persa” o “nuevo día / nuevo peak / voy a seguir contando pasta / hasta que me salga un tic”). También hay un divertido guiño en referencia a su perfil bajo respecto a la prensa cuando rapea en ‘Aimbot’ “no salí en esa revista / no leí el mensaje / y como no les doy entrevistas hacen reportajes”. Son cosas de este juego, nosotros lo aceptamos.

Como fumador habitual hay decenas de referencias a la cultura stoner que siempre merodea a la cultura Hip Hop, algo que ya es marca de la casa en él: hachís del Líbano, iceolator, wax, Tropical Açaí y Zkittlez, son solo unas pocas. Otro tropo narrativo ya habitual en él son las joyas, con una inclinación casi que fetichista por las piedras preciosas en ‘Triple Six’ (“cristal de zafiro / esmeralda la esfera”) y en ‘Infrarrojo / Ultravioleta’ (“Me he comprado dos rubíes de medio punto rojo”). En esa misma canción, además, aparecen sorprendentes saludos provenientes de dos emblemáticos joyeros, sobre todo de la primera; A$AP Eva, mítica orfebre de Nueva York propietaria de una tienda abierta desde los años 80 que ha vendido joyas a un buen puñado de leyendas del hip hop como Cappadonna o Jay Z; y Don Rouch, el también joyero argentino y autor de la cadena empedrada de BBO que viste Hoke. Respecto a la métrica y sus estructuras, las rimas polisémicas -que las usa con frecuencia- dan la sensación a veces de ser un recurso facilón y trillado (“no pueden molar / ni con oro en el molar”; “Aún no me he comprado un traje / pero quieren de lo que traje”), sobre todo cuando tiene la capacidad de crear estructuras originales y fértiles como “tu abuelo quiso dejar al mío en una cuneta / mi abuela ya no confía ni en su propia silueta”, o“estaba pensando en cómo disparar con cero balas / y de tanto planear salieron alas” . Otro elemento que despertó la esquizofrenia colectiva cuando se anunció fue la colaboración con Quevedo, muchos pensábamos: puerta grande o enfermería. Al final no fue enfermería, pero tampoco puerta grande, salió airoso, muy buen y enérgico verso aunque empañado cuando dice “y sigo disociado en el jet privado con un chándal robado”. No es creíble que Quevedo diga lo del chándal robado.

Concluyendo, ‘Tres Creus’ es la parada en pit lane después del escapismo dinamista de ‘BBO’, aquel álbum eléctrico que agitó los marcos sonoros y temáticos del rap nacional en 2022 y que le brindó con todo merecimiento el estatus de rapero a seguir no ya con lupa, sino con microscopio. Aquí observamos a un Hoke de carne y hueso -lo humano siempre es imperfecto- con un pen game que se conserva filoso en varias estructuras, colaboraciones de caché y envuelto en una apatía ante el éxito, quizás lo que anhelaba no fuera para tanto. Por momentos se muestra incluso depresivo e insensible, lo que se refleja en su tono apagado en casi todo el proyecto. Con atmósferas más heterogéneas y menos definidas, pero que lo sostienen sobradamente. Llama la atención la poca duración de sus trabajos, se echa de menos un álbum largo que sobrepase, al menos, la media hora. Todos los grandes artistas en algún momento lo hacen. Y quizás esa sea una muy buena noticia, porque tiene capacidad: su gran álbum está por llegar.

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