Travis Scott está opositando para entrar en el grupo de los grandes del género. Un grupo en el que se podría dividir a la vez en dos subgrupos, los aclamados por la crítica y los superventas. Hay quienes comparten ambos casos, pero son los menos. Travis vio como su aportación en el nacimiento codo con codo junto a Kanye West y su disco “Yeezus” le pusieron en una situación de privilegio dentro de la gran corte de aspirantes.
Años más tarde y gracias a este nuevo trabajo Travis ha asaltado al fin a la élite. Su música es robusta dentro de las coordenadas del trap/rap más actual, sus textos son inteligentes y sus clips son un cebo más para captar tanto el voto popular como el fervor de la crítica. Su vida privada y ser el nuevo "cuñado" de Mr. West le colocan en el foco. Sabedor de que era ahora o quizás nunca, Scott ha puesto toda la carne en el asador y nos sorprende con un trabajo redondo, un trap tan minimalista como psicodélico y aunque parezcan términos antagónicos Travis juega a eso.
A diferencia de Drake por citar un ejemplo reciente, sabe cuándo parar, una colección de canciones que a pesar de tener vida propia funcionan muy bien dentro del concepto de álbum. Canciones que se adentran en tu piel y que se enganchan a pesar de los trucos y enrevesadas estructuras de algunas de ellas, "Sicko Mode" es casi más necesaria que el aire acondicionado en estos días. Quizás este en el pelotón de cola del grupo de élite pero si sigue publicando discos como éste Travis está llamado a ser un líder en un futuro cercano.
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