10 Songs
DiscosTravis

10 Songs

7 / 10
Raúl Julián — 09-10-2020
Empresa — BMG
Género — Pop

A estas alturas podría parecer que la música sanadora de Travis siempre haya estado ahí, tras más de dos décadas durante las cuales los escoceses no han cesado en su empeño. Una misión que tiene como principal (e indisimulado) objetivo la generación de bellas canciones, con las que concretar instantes entrañables de cuatro minutos de duración. Con la ligera excepción de aquél estreno titulado ‘Good Feeling’ (Epic, 97) –algo más ruidoso y guitarrero–, lo suyo ha sido siempre el pop mimado y sin asperezas, de aspecto melancólico pero consecuencias positivistas. Un empeño que incluye los exitosos ‘The Man Who’ (Epic, 99) o The Invisible Band (Sony, 01) y abarca hasta la que venía siendo su última referencia, esa Everything At Once (Red Telephone Box, 16) lanzada hace más de cuatro años.

Toda una trayectoria manteniendo ese nivel que en raras ocasiones ha rallado por debajo del notable, y que ahora confirma la enésima muestra de sensibilidad y buen gusto de Fran Healy y compañía. De hecho, el presente ‘10 Songs’ recupera una de las mejores versiones del combo, después de que el mencionado Everything At Once pecase de prescindible y algo de neutralidad. Sin presentar novedad alguna con respecto a su decálogo habitual, Travis entregan otra colección de bonitas composiciones (en ocasiones muy bonitas) que conforman ese número redondo que da título a la referencia. Sucede con la inicial “Waving At The Window” y el misticisimo de “Butterflies”, el single “A Ghost”, o el fantástico dueto junto a Susanna Hoffs de The Bangles en esa gema que es “The Only Thing”. También destaca una “Valentine” algo más rugosa que remite al debut del grupo, en contraste con la delicadeza al piano de “A Million Hearts” y “Kissing In The Wind”. Podría afirmarse, por tanto, que ‘10 Songs’ es sencillamente otro álbum de Travis, sin sorpresas, dobleces ni probaturas arriesgadas, pero cargado de dianas y singles potenciales. Para bien o para mal, se trata de un trabajo capaz de encandilar al seguidor fiel del grupo y que probablemente será inocuo para el resto.

Aunque seguramente los de Glasgow nunca vuelvan a alcanzar las cotas marcadas por sus discos más celebrados –rubricados entre finales de los noventa y comienzos del presente siglo–, cualquier buen elepé del grupo resulta un antídoto bienvenido y eficaz. Travis han sido siempre una balsa de aceite frente a las inclemencias del entorno, pero en estos tiempos de incertidumbre y desbordada zozobra emocional su obra resulta más necesaria que nunca. Y es que, tras nueve discos de estudio capaces de motivar esa cálida (y ya familiar) sensación, solo cabe esperar que el combo siga arropándonos con sus canciones durante no pocas temporadas adicionales. Porque, como buenos veteranos y clásicos modernos, el día que falten seguramente quedará un vacío en la boca del estómago difícil de llenar.

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