Lejos de extinguirse con el paso del tiempo, la estela dejada por Sergio Algora tras su fallecimiento hace ya once años parece reavivarse cada vez más, en lo que parece un espontáneo acto de justicia para con el que fuese una de las mentes creativas más originales y especiales que han dado estas latitudes. Si gracias a la discográfica Madmua el año pasado veían la luz las valiosas maquetas del proyecto que el aragonés acuñó bajo el nombre de Cangrejus, ahora el mismo sello se encarga de publicar música de otro de los grupos en los que éste militó: Tras el Francés. Un proyecto que Algora compartió con Javier Castanera y otro ilustre de la escena zaragozana como es Rafa Domínguez, y que en esta edición cuenta (de nuevo) con el impecable y reconocible diseño gráfico de Óscar Sanmartín, responsable de la eterna obra gráfica que en su momento acompañó a El Niño Gusano.
Una tirada limitada y prensada en un precioso vinilo de diez pulgadas destinado a convertirse en objeto de coleccionismo (seguramente a estas alturas esté agotado), y que suma así nuevas canciones al testamento sonoro del autor. La referencia presenta temas seleccionados de entre las cinco maquetas que el grupo dejó grabadas, en un archivo que muestra unas preferencias creativas alejadas de aquellos logros más populares concretados en La Costa Brava y los propios El Niño Gusano. Un total de nueve piezas claramente deudoras de su tiempo (finales de los ochenta y primeros noventa), con generosa presencia de teclados típicos de la época compartiendo protagonismo con la lírica imaginativa y retorcida del vocalista. Queda así probada la influencia de grupos como New Order, Sigue Sigue Sputnik, Devo o Golpes Bajos. La pegadiza “Nuez amarga” abre el disco, antes de dar paso a la acelerada “Danzando”, el ligero ramalazo post-punk de “Tus ojos de menta verde” o la sensualidad incestuosa de “Madre”. La cara B se estrena con una “El charleston de la serpiente” deudora de Germán Coppini y compañía, y también incluye “Correcaminos” remitiendo a Pixies y “Dick Turpin” haciendo lo propio con Happy Mondays.
“Tras el Francés” puede ser una mera curiosidad que evidencia sin tapujos esas influencias (y motivadores) que, para sus jóvenes artífices, resultaban tan ineludibles como inspiradoras. Pero también es una colección que alberga una extraña belleza, dejando entrever valiosísimas cualidades posteriormente potenciadas hasta derivar en legado incorruptible de la música pop de este país. Un lanzamiento no carente de trascendencia, por tanto, al albergar en su esencia ese componente sagaz e inspirado en extremo que el vocalista ya luciría como principal distintivo hasta su partida aquel 9 de julio del año 2008.
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