Activista de la comunidad LGBT, periodista y todo lo que le echen por delante, Logan Lynn ha ido virando su género hacia el hedonismo sin frenos del pop sintético de las pistas de baile desde que debutara en lo musical en 1998 rindiendo pleitesía a la indietrónica. Aunque, eso sí, sin hacerle ascos a nada dentro de ese género madre, ya que a lo largo de “Tramp Stamps And Birthmarks” se manifiestan en buena medida los tropicalismos indie a los que nos tiene acostumbrados Kitsuné (“The Ghost Of Someone Else”), la sombra de los siempre a reivindicar Silver Columns (“Loud Enough”), unos The Postal Service hipotéticamente desbocados por el techno pop (“Hologram”, una de las mejores del lote) y hits potenciales que podrían haber sonado perfectamente en boca de Frankmusik (“Radio Silent”). La nueva criatura de Lynn no renueva su sonido más reciente, pero nos deja un buen puñado de momentos perfectos para quemar calorías bailando antes de que se reserve dos últimos números que rebajan drásticamente la adrenalina del conjunto.
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