Que entre la fauna musical pululen pavas desangeladas y zorras (Rosenvinge dixit) excesivamente maquilladas nos anima a seguir buscando hadas en el bosque. En esta ocasión, del frondoso Williamsburg nos llega el tercer disco de la elegante y bella Sharon Van Etten, "Tramp", un trabajo completo, sentido, gestado y vivido con sus alegrías, penas y catarsis durante catorce meses en el estudio de grabación del colega Aaron Dessner (The National).
Las rupturas sentimentales alinean discos y más discos en los anaqueles de cualquier coleccionista con tendencia al drama. "Tramp" es otro más para la compilación, aunque a su favor hay que decir que las letras no se ceban con la persona abandonada, que hay para todos. La dulce voz de Sharon llega bien abrigada por capas instrumentales –“Serpents”, “Magic Chords” son distintos ejemplos- o por simples acordes de guitarra, según lo pida la escala de ánimo requerida.
Respaldada por un grupo fiel de colaboradores (amigos de The National, Beirut, Wye Oak), la joven Sharon sale del vagabundeo folk con arte y salero indie, antes de despedirse con tres temas imprescindibles para el álbum, junto con “We Are Fine”.
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