Fundamentalmente pasados los treinta, hay quien considera cansino el mantenerse al pie de la actualidad, el darle una oportunidad a los grupos más jóvenes. Otros, en cambio, nos aburrimos muchísimo más, infinitamente más, escuchando una y otra vez a los mismos artistas y considerando que cualquier tiempo pasado fue mejor. Allá cada cual. Quizás sea un síndrome peterpanesco, pero les aseguro que me resulta sencillo, francamente sencillo, disfrutar de discos como “Tourist History”, una obra eminentemente coyuntural, pero al mismo tiempo de una efervescencia y un atractivo que enganchan. Two Door Cinema Club no son ni más ni menos que eso, como unos The Wombats con clase y con un discretísimo aderezo electrónico. Tienen ustedes dos opciones. Una es continuar pensando que Phoenix es el único grupo de pop fresco que debería gustarle a un treintañero, o pueden darle una oportunidad a “Something Good Can Work” o “Undercover Martyn”, demostraciones de que aun hay debutantes con ganas de hacérselo pasar bien a quien escuche sus discos.
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