Del intimismo minimalista de “BCN” (22) al pop sintético de “Creixin els arbres” (23), el alma máter de TOU no ha parado en los últimos años de dejar constancia de su ambiciosa y próspera proyección. Siempre expansivo y lejos de flaquear, Albert Segura nos demuestra con su tercer trabajo unas loables y persistentes ganas por continuar elevando su propuesta a diferentes cuotas de exigencia, explorando vericuetos nuevos con cada idea y haciendo del inconformismo un rasgo clave de su impronta.
De la mano de un lisérgico catálogo de ocho pistas titulado “Foscor” (25), el artista catalán abandona el sonido comedido de sus dos anteriores entregas y apuesta ahora por el maximalismo más envolvente, valiéndose para la ocasión y por vez primera de la participación de su banda de estudio durante el proceso de grabación. Conocido por ser una figura itinerante del underground barcelonés a partir de bandas de ida y vuelta (Muñeco, Espacial, Led's, Celestial Bums...), huelga decir que este cambio en la praxis de Segura, denotando una sagaz metamorfosis con sus actuales cómplices, termina dando como resultado la que muy probablemente sea la obra más cautivadora de su joven pero distinguida trayectoria como TOU.
La sinergia demostrada entre sus abajo firmantes nos sacude con estructuras sonoras cíclicas, capaces de teñir el tapiz de setentismo impío y líneas reverberadas de imponente percha. Entre muros de sonido que aúllan (“La luz”), progresismo fronterizo (“Enséñales a querer”) y descensos al vacío sin red (“Las sombras”), el de Terrassa y los suyos confieren uno de esos discos que solo se entienden y disfrutan verdaderamente con auriculares, ojos cerrados y distracciones silenciadas.
Enemigo de la prisa y del efectismo, “Foscor” nada a contracorriente de la tendencia, al tiempo que nos da las herramientas necesarias para desnudar con paciencia la belleza de una pista que florece en vivo ante nuestros ojos. Las capas se superponen y pisan, arrugando el máster y generando una sensación de calma tensa a caballo entre el desmayo, el delirio y la epifanía. Es tal el convencimiento y confianza en su nuevo sonido que, incluso llegado el momento, Segura decide volver atrás en sus pasos y reformular un tema clásico de su repertorio (“Nen techno”), esta vez resuelto bajo esta suerte de tormenta psicodélica y enajenada con la que ahora el artista marca el tempo.
Como si de un reto introspectivo que desafía las convenciones se tratase y reviviendo una estética anacrónica que refuerza su identidad, Albert Segura nos ofrece un disco que no solo se escucha, sino que también se vive. Una rara avis en el tiempo de la urgencia superficial que nos invita a distanciarnos de la realidad durante media hora.
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.