Se ha hecho de rogar, pero SebastiAn por fin puede ser reconocido más allá de su currículum como remezclador. En “Total” el francés se enfrenta a todo: house de radiofórmula (“Embody”), punk electrizado (“C.T.F.O.” con la contribución de la M.I.A. más sucia), funk chutado de hormonas (gracias a Mayer Hawthrone en “Love In Motion”), subidones infinitos que le deben todo al “Homework” de Daft Punk (“Kindercut”) y, en definitiva, a todo aquello que la electrónica afrancesada tan bien ha sabido hacer desde que dos robots asaltaron por sorpresa las cabinas en 1997. Cierto es que el nuevo protegido de Busy P no nos descubre nada nuevo teniendo en cuenta que Justice y Boys Noize andan entre nosotros para incendiar los templos del hedonismo ilustrado. Pero cuando la cabeza se atonta y las suelas de las zapatillas se desgastan ante una producción tan apabullante y visceral, la única alternativa es dejarse llevar y acabar propulsando un pogo al son de “Doggg”. Porque otra cosa no, pero de sonidos duros nuestro protagonista entiende un buen rato sin necesidad de dejarse crecer la melena.
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