Esta vez la noticia sobre Tori Amos es que vuelve a sacar discos de pop-rock convencionales, aunque también es cierto que, en su caso, hablar de normalidad tampoco sea algo que se ajuste mucho a la realidad. En todo caso, lo que sí es cierto es que después de grabar un disco de música clásica extraordinario, poner el acento en un musical ("The Light Princess") y reeditar sus tres primeros trabajos, la pìanista y cantante retoma la actividad en el mismo lugar en el que lo había dejado años atrás. Hace exactamente tres, se inclinaba por el pop con "Unrepentant Geraldines", una obra liviana y de transición, con sus buenos momentos a destacar, pero sin la profundidad a la que nos tenía acostumbrados. En cambio, en "Native Invader" vuelve a sacudir aquel viejo árbol que la cobijaba hace años para sacar notas de inspiración e ideas mágicas. No consigue dar con la frescura de antaño, pero por el contrario ha ganado y mucho en sabiduría (de ahí que vuelva incluso a incluir temática política en sus canciones, algo que ya hizo en "Scarlett’s Walk").
En cuanto a novedades, lo que más destaca en "Native Invader" es el uso de alguna guitarra acústica y de electrónica selecta, que su piano suena otra vez más oscuro (sobre todo en la inicial "Reindeer King y en Climb"), y lo más importante: que en piezas como "Clouder Riders" y "Bang" canta como hace años que no hacía, con una lírica conmovedora y francamente revitalizante.
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