El debut de Foster The People viene a ser ese disco con el que te preparas para salir, con el que conduces horas hacia los festivales del sur y que termina quemado a finales de verano. Diez canciones pop que juguetean con la electrónica, las percusiones contundentes y que caminan en el borde de la psicodélica más digerible. Como unos Empire of The Sun con menos parafernalia y unos Phoenix mucho más discotequeros (“I Would Do Anything For You”, “Call It What You Want”). Difícil resistirse al encanto naïf y fresco que desprenden, en un momento en que tantos grupos gastan synth pop bailable. “Don’t Stop (Color On The Walls)” y “Pumped Up Kids” son singles evidentes; fáciles y divertidos que enganchan a la primera y repiten en el reproductor. Sin embargo, “Waste” y “Helena Beat” -con su fusión de tambores, trenes y sintetizadores-, se convierten en favoritas. Los de Los Ángeles son demasiado jóvenes para recordar las noches de Studio 54, así que “Torches” recoge su propia versión nutrida por cintas VHS, los skate Parks de Santa Mónica, los cedés, la actual ola revival ochentera y el sol californiano. Y quien les critique por su aparente superficialidad es que está demasiado ocupado como para pasarlo bien.
Totalmente de acuerdo, pero pienso que dentro del propio disco hay canciones que cuestan arrancar y rompen la dinámica que se lleva escuchando con las canciones anteriores, como ocurre con Waste, mucho más lenta y más difícil que don't stop o call it what you want, animadas y psicodélicas.