Las Ruinas siguen a rajatabla con su plan de publicar diez discos en diez años para luego separarse. De momento llevan cuatro, cada uno mejor que el anterior, y el último en llegar es “Toni Bravo” su trabajo más abierto de miras. Si en el anterior, “Acidez house”, ya había cambios, en este la evolución sigue con excelentes resultados.
Piensen en los Estados Unidos de finales de los ochenta, los del college rock, el Paisley Underground y el primer noise-pop. Los de Barcelona se sitúan en esa era con total descaro y ya no solo hacen ruido, el heavy-pop con el que ellos mismos se bautizaron. Canciones como “El olivar”, “Ramón y Cajal” y “Paseo Marítimo” muestran la mayoría de edad de una banda, aún de culto, que sigue escribiendo grandes páginas en la intrahistoria del pop independiente patrio.
Una intrahistoria, la de Las Ruinas, llena de ovnis, calles de Barcelona y perdedores que en realidad no lo son.
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