Los interrogantes planteados por un servidor en la reseña del anterior disco de Tom Morello, editado hace solo unas semanas están lejos de ser esclarecidos con el lanzamiento de este nuevo largo, "The Atlas Underground Flood".
Entonces, pues ya tenemos demasiado como para decepcionarnos con semejante referente como es este brillante guitarrista y concienzudo activista, vamos a intentar cambiar de prisma al escuchar esta última aventura.
Pienso: ¿estará queriendo encontrar su otro yo? ¿Intentando ser alguien que no pudo hasta ahora? Después de todo, nadie tiene derecho a cabrearse porque el hombre necesite salirse de su propio molde, algo que, de hecho, todos deberíamos hacer alguna vez ¿no?
Pues mira que fácil se puede ser más comprensivo y encarar este análisis desde otro punto de vista. Esta nueva perspectiva da de inmediato una idea que parecería cierta: hay en prácticamente todas las canciones una intención artística curiosa: Morello quiere literalmente desaparecer del sonido ¡Hey, esto se va poniendo bueno!
Si bien sucede algo parecido a lo que en su anterior disco, esto de que las distintas canciones entregan una dinámica general disfuncional, sí hay algo que destacar aquí (y ahora que lo pienso, seguramente también lo haya en “The Atlas Underground Fire”) y es esta intención de obrar más como director del proyecto que como quien pone la sangre, el sudor y las lágrimas directamente.
Tal es así que casi casi que solo se escucha al Morello clásico en uno de los temas más agraciados de la placa “Hard Times” en la que colabora con Nathaniel Rateliff, Jim Jones y Chipotle Joe y suelta un arreglo de wah loopeado que hará sonreír a algún nostálgico de RATM.
Observando el -de a ratos- excesivo protagonismo de las voces, parecería que Morello se desquita de los años en los que convivió con el tan genial, único y electrizante como limitado flow de Zach De La Rocha. Se valora la moción de sacarse las ganas con cantantes “que canten”, pero otra vez cae en armonizaciones poco naturales o hasta sobreactuadas.
Luego de varios temas que naufragan en melodías Lollapaloozescas (“The Maze” es música de publi de móviles), feats. que no logran impactar tanto como sus nombres (Kirk Hammet, Ben Harper, San Holo) y una pesadilla techno junto a Black Code, que me recordó a la cancioncilla esa del vídeo-meme del año pasado, ese de los operarios fúnebres, hay un final que heróicamente salva las patatas: la triada de colaboraciones del con IDLES (¡por fin algo de perversidad!), Jim James de My Morning Jacket (muy buena su interpretación) y el cierre con Rodrigo y Gabriela (con esos punteos de acústica completamente sobrehumanos) dejan un halo de esperanza para este camino extraño que Morello parece haber decidido encarar con toda su fuerza.
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