“Aquí estamos otra vez”, dicen los que un día fueron el grupo-maravilla. Vale. Están otra vez con un disco que, esta vez sí, tiene sorpresas de la buenas, figuras completamente nuevas en su iconografía, y algunas canciones que se pueden colocar entre las mejores de toda la historia del grupo. Y eso que "Tobogán", el álbum, abre fuego con una suave salida nula integrada por la parte más complaciente dl disco: canciones que no acaban de cuajar más que como pálido reflejo de lo que cabe esperar de La Granja.
Pretender que “Qué grande es el cine” pueda convencer a alguien más que a un viejo fan hambriento es engañarse. Sin embargo, los destellos fugaces se convierten en fogonazos cuando se llega al “El hombre del espejo”.
Por fin La Granja saldan las cuentas pendientes de casi todo el primer cuarto de hora, y por el camino de la psicodelia y la sinceridad más atemporal, consiguen reconducir un disco que vale la pena por muchos años de espera.
En el libreto, “Todo lo veo azul” termina con un “se fue la inspiración” escalofriante que Porcel no llega a cantar, y en ese momento es cuando se echa de menos aquel tiempo de los vinilos que serviría para decir que, en la cara A, La Granja vuelven a hablar de sexo, amor cínico, chulería –y fútbol- sin descubrir nada; pero en la B vuelven a demostrar que son unos compositores que no hay que perder de vista, y que han vuelto a envasar la angustia en unas canciones que son suficientes para cambiar el aprobado por el notable alto.
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.