Mientras hay quien necesita cuatro años para encerrarse en un estudio y sacar algo decente, la DiFranco da rienda suelta a su creatividad y no deja tiempo ni para digerir sus discos. Parece que «Little Plastic Castle» fuera ayer y ya nos ha regalado dos joyas más («Up, Up,Up, Up, Up» y «To The Teeth») a sumar a su extensa discografía. No hay duda que cada artista tiene un flujo creativo particular. Ani DiFranco tiene la suerte de poder dar cancha a su incontinencia y no ceñirse a los ciclos que marcan las discográficas, muy rentables en lo comercial pero muchas veces lamentables en cuanto a resultados artísticos (incluso los fans más acérrimos de Trent Reznor reconocen que, después de tanto tiempo, se esperaban algo más que «The Fragile»). La chica de Buffalo, ajena a todas estas vicisitudes, se dedica a fraguar una de las carreras más sólidas de las que hoy están en activo. Su discurso, más que consolidado, se muestra inquieto por moverse en nuevas direcciones como la creciente y acertada incursión de vientos en sus canciones (qué tuba, por dios, la del final de «To The Teeth»). De ahí que se rodee de gente del calibre de Prince o Maceo Parker sin perder ni un ápice de su singularidad. Si «Up, Up, Up, Up, Up» fue para algunos una especie de paso en falso, «To The Teeth» reconduce el camino de la DiFranco y ya no pueden quedar dudas. Ella manda.
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