El mundo discográfico siempre ha ido cargado de discos terapéuticos, pero recientemente parece que estos han proliferado mucho más. Uno más a sumar a la lista es este “The Will To Live”, que ha servido al líder de Titus Andronicus, Patrick Stickles, para superar la muerte de su primo, y miembro fundador de la banda, Matt “Money” Miller fallecido en 2021. El disco, además, no hace sino confirmar lo que ya apuntaban sus trabajos anteriores, el último de ellos “An Obelisk” en 2019: que la banda de Nueva Jersey debe dejar de considerarse un grupo de punk para etiquetarlos, si es que esto es necesario, más como rock alternativo.
En este séptimo trabajo ya de su carrera encontramos a Stickles como letrista –que además ejerce de cantante, guitarrista manager, y hasta webmaster-– intentando entender qué ha pasado entre uno y otro álbum. Partiendo de la muerte de su primo, sí, pero también planteándose eso de si realmente hemos salido mejor de la pandemia, si todos los políticos del mundo se han vuelto locos, y acabando por plantearse si las cosas que nos pasan en nuestras vidas pueden entenderse desde la justicia. Él, desde luego, no entiende nada, y lo manifiesta en “I Can Not Be Satisfied”. Se pone intenso y metafísico en “An Anomaly”. y le sopla unas buenas galletas a los poderes fácticos en “(I’m) Screwed”. Todo con el disco dividido en tres partes (“The Lion’s Den”, “Hell On Earth” y “Where The Buffalo Roam”), dándole así cierto carácter conceptual.
En cuanto a lo musical, el grupo muestra su crecimiento como banda. Pueden ponerse psicodélicos en “Bridge And tunnel”, punks –el pasado pesa– en “We’re Coming Back”, versión de Cock Sparrer, y sonar a rock potente en “Give Me A Grief”. Marcándose un estupendo trabajo de rock, simplemente. Con el protagonismo de Stickles en primer plano, pero sin perder su magia como grupo. El resto saben quién marca el paso y están ahí para hacerlo mejor en todo. Y lo consiguen. Muy, muy buen disco.
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