Patrick Stickles podría ser el prototipo de hipster festivalero. Barba de la longitud de un conejo, camisetas de grupos molones o camisa de franela de colores apagados y leído, muy leído (nombre birlado a Shakespeare, canciones inspiradas en escritores legendarios...). Pero esa es solamente su cara más obvia. A Stickles le pone también dejarse la garganta chillando como una piara en celo, soltar guitarrazos junto a sus compañeros (ahora Titus Andronicus son sexteto, y súmenle a Owen Pallett en estudio) y meterse en camisas de once varas. Ahora bien, lo que para otros sería meterse en terrenos pantanosos, para Titus Andronicus parece ser un juego. Y aquí estamos, varios discos después de que les escuchásemos por primera vez, frente a la primera opera rock de la banda. Sí, opera rock, han leído bien. “The Most Lamentable Tragedy” es un doble álbum que se extiende hasta los cien minutos y las veintinueve piezas. “The Most Lamentable Tragedy” es una puta ópera rock sobre un tipo con problemas. Una puta ópera rock en tiempos de Internet y de los discos en los que en teoría solamente interesa el single. Hace poco fueron Fucked Up y ahora son Titus Andronicus. Un paso que, en lugar de sonar a suicidio comercial, apunta más a un salto diferencial frente a coetáneos, a una demostración de que no son una más de esas bandas que brincan como primates sobre el escenario mientras rompen cuerdas de guitarra. “The Most Lamentable Tragedy” toma riesgos y requiere esfuerzo por parte del oyente, pero merece la pena sumergirse en un álbum que va de las instrumentales de treinta segundos a los diez minutos a “More Perfect Union” o “(S)He Said/(S)He Said”. Por el camino, Titus Andronicus suenan a muchas cosas y a ellos mismos. Aquí parecen los Desaparecidos de Connor Oberst, allí suenan a Sex Pistols, y a The Clash, a Bruce Springsteeen, a Mott The Hoople, y hasta se marcan una versión del “A Pair Of Blue Eyes” de una de sus evidentes influencias, The Pogues. Además de versionar un par de veces a Daniel Johnston.
Ahora bien, tampoco esperen una obra de dimensiones monstruosamente experimentales o de ambición desmedida. “The Most Lamentable Tragedy” es más bien un álbum que se balancea entre la ambición y la diversión. Stickles y sus muchachos no llenan su disco de electrónica, sampleados psicotrónicos o diálogos extraños. Para nada. La mayor parte de estos cien minutos tienen como protagonistas a los elementos habituales de su universo, a las crispadas guitarras de la banda y a la no menos rasgada voz de Stickles. Sirvan como ejemplo los tres minutos cortos que se cascan entre “Look Alive” y “Lookalike” a toda velocidad: concepto “Zen Arcade” de Hüsker Dü. No esperen un “Tommy” o un “The Wall”. Que son Titus Andronicus, leches, y lo van a continuar siendo.
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