En su vigoroso single “(I Blame) Society”, con su homenaje a Dylan en el vídeo, Patrick Stickles (o su álter ego) hace suyo ese clásico argumental de la contracultura y el punk contestatario. La garra del tema se apoya en la no-producción del maestro Bob Mould, al que servidor había perdido de vista en estas labores desde los tiempos de Magnapop, en los felices noventa. Fan confeso del espíritu old school del grupo.
En su sexto álbum, la cambiante banda de Nueva Jersey Titus Andronicus, cuyo único miembro original es el barbudo e inquieto vocalista y guitarra, apuesta por potenciar su lado más directo y visceral. Grabado en Electrical Audio -un detalle que Albini y compañía no se hayan molestado en borrar en el poco halagador foro sobre la banda de hace unos años-, “An Obelisk” es su disco más breve y directo. Atrás quedan óperas rock y devaneos melódicos desaliñados: Stickles y compañía se hacen fuertes en su esencia rockera y contestataria.
Es ilustrativo cómo en una reciente entrevista Stickles mostraba su preocupación por volver “demasiado pronto” al guitarreo básico. No es una reflexión caprichosa, teniendo en cuenta que la banda se acomoda, para bien y para mal, en los márgenes del punk rock canónico. El primer single, “On the Street”, y “Just Ringing a Bell” son los exponentes más destacados (esta última con el fraseo vocal desganado a lo Shane MacGowan y los corillos vitalistas). Lo demás va del pub rock con punteo y cencerro incluido (“Troubleman Unlimited”) al rock asilvestrado (“Beneath The Boot”, “Hey Ma”, ésta con su estirada parte instrumental con timbales y gaita), clasicismo con riff (“Within The Gravitron”), rock recio (“Tumult Around The World”) y los divertimentos macarras de bar de carretera (“My Body and Me”). Treinta y seis minutitos de frenesí eléctrico potenciados por la producción de Mould, pero a Stickles no le falla el instinto.
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