Tindersticks pertenecen a esa clase de banda que asegura la satisfacción de sus seguidores sin grandes sobresaltos, tras albergar una personalidad marcada y embaucadora con la que distinguir cada uno de sus trabajos. Los británicos cocinan su elegancia a fuego muy lento, haciendo de la paciencia una virtud contagiosa que siempre motiva el delicado sabor del resultado.
El nuevo álbum del quinteto no es una excepción y viene marcado por el (pausado) ritmo de su transcurrir, en una tendencia que alcanza desde varias piezas instrumentales hasta ligeros ramalazos jazzísticos, narrativos o tecnológicos. La inconfundible interpretación del vocalista Stuart Staples (acompañado en un par de cortes por Jehnny Beth de Savages y la fallecida Lhasa De Sela) ejerce una vez más como inquietante faro del conjunto, señalando siempre en la dirección correcta. “The Waiting Room” mantiene la media de notable, al tiempo de recordar lo reconfortante que resulta tener de vuelta al grupo cada cierto tiempo.
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