Sarah Barthel y Josh Carter siempre han priorizado el glo-fi, trip-hop y las baladas rock a la hora de definir su estilo. Frente a ese arsenal de géneros que han acumulado a lo largo de su corta trayectoria. Con la llegada de “Three” desaparecen las guitarras y el dúo se centra en los sintetizadores como medio de crecimiento. Dando lugar a un disco sin identidad, sin gancho, poco cuidado y prescindible.
El éxito se ha comido por completo a la creatividad. El peligroso camino hacia la cima del mainstream ha generado que los neoyorkinos parezcan más una banda tributo de ellos mismos que las jóvenes promesas que captaron la atención de Kanye West. Solo la elegante y adictiva “You don’t get me high anymore”, single del álbum, nos salva de un brevísimo y tedioso disco. Un proyecto en el que, por más que pongas un gran empeño para sacar el oro que nos prometían, siempre terminas con las manos llenas de una tierra que se desvanece y olvida desde la primera escucha.
Rick Reed (Meghan Trainor, Twenty One Pilots, Fifth Harmony) ha sido el encargado de llevar la producción del disco y arrastrar al grupo a este limbo sonoro. Pero, no podemos culparle únicamente a él ya que tanto Barthel como Carter formaron parte del proceso de creación desde su comienzo. Una grabación marcada, a mitad de camino, por el trágico suicidio de la hermana mayor de Barthel. Un suceso que se refleja en las agónicas, desequilibradas, pero vacías, letras de “Three”. El dúo no ha sabido materializar las emociones de forma correcta. Y, desde luego, no ha ayudado el interés de Sarah por sexualizar su voz cada vez más, ni las mezclas discotequeras de temas como “Calling All” o “Run Run Blood”. Además, la participación de Carter a nivel vocal en “Three” se reduce, por desgracia, a convertirse en una especie de baladista pop masculino que trata de defender melodías electrónicas limitadas con un regusto maquetero (“Barking Day”).
En su primera publicación para Fiction Records. Phantogram se olvidan del frescor de sus creaciones, de todo ese atractivo que acabó captando la atención de las estrellas más importantes del panorama comercial. Parece ser que no tienen muy claro cómo desarrollar su trayectoria. Y si lo que pretendían con “Three” era definir su propio estilo, tristemente, han terminado consiguiendo todo lo contrario. Eso sí, queda claro, que lo que sí desean con toda su alma es seguir ampliando su espectro de público lo máximo posible. Cuidado chicos, la ambición puede convertirse en una dura enemiga a la que derribar para poder ver la luz al final del túnel.
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