Roza la pedantería recordar a estas alturas los más que obvios mecanismos capitalistas que desarticulan el carácter subversivo de las tendencias contraculturales que pretenden demoler la constitución de sus bases teóricas. A lo largo de la historia de las músicas populares se ha ido presenciando como uno a uno todos esos movimientos han acabado siendo plastificados y reducidos hasta la más burda de las parodias, desvirtuando la amenazante explosividad de sus consignas iniciales y edulcorando sus mensajes para garantizar una plácida digestión a un amplio público. Uno de los más sangrantes casos de fagocitación liberal en la ya no tan reciente historia del rock es la del movimiento grunge en general y la de Nirvana en particular, convirtiendo la mesiánica estela de Kurt Cobain en una lacrimógena soap opera administrable en micropíldoras de algodón en Pull&Bear, pago mediante.
Lo innegable de la cuestión es que, para bien o para mal, su entronamiento como la banda definitiva de los años noventa ha permitido que, fuera del obvio rédito económico que se halla tras la incesable explotación de su imagen y sus hits más anodinos, muchos artistas hayan encontrado bajo la débil superficie de esa proyección un oscuro e iracundo manantial de inspiración nihilista. En 2020 hemos podido presenciar dos claros acercamientos a esta perspectiva: la cara vista es un –no tan– amable streaming de Post Malone para recaudar fondos para la lucha contra el Covid19, en la que sorprendentemente se paseó por algunos de los deep cuts más significativos de la banda. La cara oculta son las alcantarillas de Baton Rouge. Y en ellas, las desgarradoras mandíbulas de Thou.
Tras ejecutar su particular tour de force en 2018 con el lanzamiento de cuatro aclamadísimos trabajos de estudio y dos splits con HIRS y Ragana –respectivamente–, el conjunto de Louisiana regresa con “Blessings Of The Highest Order” recopilando las dieciséis covers del conjunto de Seattle que han ido realizando a lo largo de esta década. Un prejuicio inicial podría llevarnos a pensar en este trabajo como un mero adorno a su fulgurante trayectoria, pero lo cierto es que fuera de ser una anécdota pasajera, su publicación contribuye a entender a la banda desde un cierto relativismo estético en el que la declaración de intenciones resulta más que evidente: el chivo expiatorio del hundimiento del metal mainstream en los noventa es aquí elevado a una categoría reverencial.
Thou buscan deliberadamente una identificación con los Nirvana más underground, los más punk y viscerales; los mismos que ironizaban ácidamente sobre su popularidad en la mítica “In Bloom” –tal cosa no debería extrañarnos lo más mínimo conociendo la fuerte identidad política del conjunto y su relación con su escena underground local. Su categorización como post-metal, que nace desde la mera casualidad en su concienzuda experimentación sonora, es algo de lo que aquí la banda trata de huir, si bien es cierto que la densidad y monotonía de sus pasajes deja lugar a interpretaciones subjetivas –para muestras, la rebautizada “My Girl” (otrora “Where Did You Sleep Last Night”). “Sifting”, “School”, “Scentless Apprentice” o la aplastante “Endless Nameless” pueden llevar a pensar en una conciliación de estéticas teóricamente opuestas más que una confrontación, no así “Territorial Pissings”, en la que el carácter punk no se borra ni a manguerazos de lejía.
Con todo, Thou presentan aquí la resurrección del carácter punk de la propuesta original mediante una renovada agresividad que trasciende la idolatría vacía, restaurando con la solidez de sus cortes una auténtica identificación de valores artísticos y logrando expandir su estética hacia un ambiguo terreno creativo que se convierte en su mejor baza.
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