Tras más de una década de carrera envidiable y haber alcanzado un tardío reconocimiento, Spoon decidieron tomarse un descanso tras la edición de “Transference” (Merge, 2010). Britt Daniel formó Divine Fits junto a Dan Boeckner y Jim Eno se dedicó a la producción y entre una cosa y otra han pasado cuatro años hasta la edición de “They Want My Soul”, un título que bien podría leerse en clave revanchista, aunque Daniel haga de ello un caso general: siempre hay facturas por pagar, gente a nuestro alrededor que quiere algo de nosotros, nuestro amor y nuestra sangre. Y a pesar de ese leitmotiv algo turbio, Spoon suenan en su retorno frescos y revigorizados, incluso alegres.
“They Want My Soul” no supone nada nuevo, es cierto: son sólo los de Austin en su mejor versión, esa banda capaz de sonar angular y afilada y aún así mantenerse en las coordenadas de lo accesible. El simple hecho de dejar para el final las canciones más amables y pop (“Let Me Be Mine”, “New York Kiss” o la versión del clásico “I Just Don’t Understand” de Ann-Margret) es otra de esas peculiaridades que han hecho de ellos lo que son: unos corredores de fondo convertidos en referencia indiscutible a pesar de no haber gozado nunca del éxito a lo grande. Quizás sea precisamente por eso.
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