Como les ocurre tanbién a The Horrors, These New Puritans llevan más de una década protagonizando una de las travesías más insospechadas del pop británico reciente. Ambos son de Southend-on-sea, ambos debutaron con discos aferrados a cánones de revival post punk convencional y ambos dieron luego un singular giro de timón, con su reválida, que dejó atrás la sombra del hype. Consolidaron una carrera robusta, con mucha más miga de la que se les vislumbraba. Y ambos corren también el riesgo, pasado el efecto sorpresa, de la estandarización de su sonido. En el caso de los hermanos Jack y George Barnett, esquivar ese anquilosamiento pasa también por dar un paso hacia atrás para luego emprender otros dos hacia adelante. O lo que es lo mismo, casar el clasicismo vaporoso de "Field of Reeds"(2013), que fue – con razón – acogido con cierta tibieza por monocorde, con el demoledor vigor rítmico de "Hidden" (2010), su obra magna.
Dicen que en el término medio está la virtud, y es ahí por donde se mueve su cuarto álbum, de nuevo delimitando un universo propio de pop grandilocuente. De caminos que nunca son rectos, más alumbrados por teclados y percusiones que por la electricidad de las guitarras. Fundiendo la clásica, el pop de tintes épicos, la electrónica minimalista y las cenefas industriales. El misterio se mantiene. La ensoñación que hace de ellos una banda única, también. Ocurre en “Infinity Vibraphones”, “Beyond Black Suns”, “Inside The Rose” o “Into The Fire”. Canciones que a veces parecen dos en una, y de las que es muy dífcil intuir el final. Se sabe cómo empiezan, no cómo acaban. Ellos siempre eligen su propia aventura.
Elaborando de nuevo un discurso exigente pero no impenetrable, y con colaboraciones de la cantante de jazz portuguesa Elisa Rodrigues, de Current 93 y de su ex compinche Thomas Hein, siguen moviéndose como pez en el agua en una constelación compartida con Scott Walker, James Blake, Kate Bush, David Sylvian, Owen Pallett o Wild Beasts. Pura y deliciosa excentricidad británica, difícil de ubicar a bote pronto en un tiempo o en un lugar concreto. Y si no es por una recta final que se destensa un poco respecto al listón que ellos mismos se marcan – tan alto – en sus dos primeros tercios, estaríamos hablando de nuevo de un álbum que se debate entre el notable alto y el sobresaliente.
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