Hay evoluciones que no se entienden. Y la de Hella podría ser uno de sus máximos ejemplos.
Sólo hay que ver hasta donde han llegado después de impresionarnos con su rock desaforado y caótico, para ahora, en este “There’s No 666 In Outer Space”, caer en una especie de pop complejo donde lo poliédrico se une a la simplicidad de unas inesperadas y siempre dispuestas melodías vocales. Un recurso donde el grupo se muestra irreconocible -particularmente recuerdan algo así como una suma entre Supergrass y Primus- y con el que acaban de dar su primer paso en falso. Su reconversión a quinteto no deja lugar a dudas: más allá de retener todo lo positivo de su anterior y más reciente historia, lo que uno observa ahora es, a excepción de algunos momentos interesantes, como un discurso que se deseaba radical se sitúa en un incómodo punto intermedio. Como pasear por una cuerda floja en la que constantemente están a punto de caer –ya sea hacia el pop, el rock de los setenta, rock progresivo o hardcore- pero sin saber fructificar en ninguno de ellos. Vamos, lo que se diría una empanada de tomo y lomo.
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