Nada tiene de reprochable la decisión de desplegar una carrera musical aferrada a estructuras y conceptos sonoros clásicos y ampliamente reconocibles. De hecho, la tradición adquiere tal status precisamente por, entre otras cosas, esa infinita capacidad para ser retomada y “explotada” en cualquier instante y de la manera que se considere oportuna. Un acercamiento solo penalizable cuando deviene en una interpretación repleta de lánguidos y poco estimulantes clichés, una situación que hasta el momento es la antagónica a la materializada por la banda The Young Wait, que sustentada entorno al relato clásico del rock americano resalta gracias a la adopción de una consistente elegancia.
En ese sentido pocas sorpresas, y bienvenida sea dicha ausencia, hay en este segundo trabajo -el primero dentro de la disciplina de la discográfica Lucinda Records- editado por el conjunto donostiarra, que sigue destapando la maleta de sus viejos, y no tanto, discos repletos de nombres estadounidenses para transformar su buen aprendizaje en una mejor (re)creación. Nuevas composiciones que, eso si, se muestran en este episodio actual bajo una presentación formal de todavía mayor enjundia, imprimiéndoles un carácter que impulsa a pulir y hacer más ostensible todas esas virtudes que adornan al cuarteto, y que como ya ha quedado expresado con anterioridad, pivotan esencialmente entorno a esa pericia para vestir con una firme delicadeza sus melodías y ambientes.
Bajo el bonito título de “Notes from A Recent Past” se reúnen una serie de temas que si bien resultaría difícil agrupar bajo una estricta norma común en relación a la esencia de sus ritmos, sí que delatan la imposición de una pujanza instrumental que les empuja hasta sus máximas cotas de expresividad, y eso a pesar de un breve inicio, “The Healer” , que se desenvuelve en un tono acústico de bella nostalgia en la que ya se distingue con claridad la sombra de Wilco. Sin tratarse de una excepción explícita, la sucesión de canciones se orientarán hacia curtidos medios tiempos que discurrirán por un terreno común pero delimitando su propia identidad. Así, el piano sobre el que se apoya “Spiral” contribuye a dotar profundidad, “Only Fate Knew What’s Done” ruge propulsado por la electricidad con la denominación de origen de Neil Young mientras que los cambios de paso aplicados en “New Born” aportarán viveza y dinamismo y los de “Simple Things” derivarán desde un natural sosiego a un crudo desenlace.
Sin abandonar ese itinerario generado desde la ortodoxia del rock americano, la banda guipuzcoana se exhibe también por medio de ese característico tono power pop luminoso, pero de resaca melancólica, a través de joyas como “Absolutely Boy”, donde es fácil encontrar el suspiro de The Jayhawks. Maneras más tensionadas de manejar las seis cuerdas tomarán presencia en la directa y enérgica “Never Slepp ‘till Regret”, condición alcanzada en parte gracias a unas bases rítmicas donde sobresale el siempre contundente y genial Andoni Etxebeste en la batería. Canción que tendrá una natural continuidad en “Poor Devices”, que a su vez consolida el destello dejado por el Tom Petty asociado al “Damn the Torpedoes”, una ilustre alusión a la que perfectamente se le podría sumar la de Cracker en cuanto a esa maniobra por buscar derivaciones hacia el funk ejecutada en “Cabo Shamo”.
The Young Wait demuestran que conocen a la perfección, y manejan cada vez mejor, el libro de estilo del sonido americano. Una pericia que evidencia en todo su esplendor un nuevo disco que nos confirma que desde esta parte del cantábrico se puede observar con nitidez el reflejo de la mejor representación de todo ese fértil imaginario musical estadounidense.
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.