¿Qué cabe esperar de un nuevo disco de The Wombats a estas alturas del partido? O lo que es lo mismo: casi dos décadas después de que viera la luz su debut, “Proudly Present... A Guide To Love, Loss...” (Roadrunner, 07). Pues, justamente lo que el grupo oferta en los cuarenta minutos del presente “Oh! The Ocean”, sexto álbum de estudio de los de Liverpool y otro manual (de libro) acerca de su indie-pop blandito e intrascendente y las cualidades que cristalizan en un producto apto para todos los públicos.
La banda, que vivió sus quince minutos de fama con el radiado single “Let’s Dance To Joy Division”, presenta doce nuevas canciones para tener de fondo mientras, definitivamente, se orienta el potencial de los sentidos hacia a otra tarea paralela. Una previsible secuencia de piezas inertes, en la que se podría destacar “Blood On The Hospital Floor”, “Can’t Say No” y “Grim Reaper” como destacadas del lote.
Música de fondo agradable, cabe conceder, pero que hace aguas cuando se le presta una debida atención que no favorece ni el propio álbum reclama. Una referencia carente de cualquier tipo de nervio y sorpresa, firmada por una banda definitivamente domesticada después de que cualquier atisbo del ímpetu juvenil (ya comedido entonces) de sus comienzos sea una muesca en el currículo.
En la práctica, el trío formado por Matthew Murphy, Dan Haggis y Tord Øverland-Knudsen continúa sonando tan correcto como del todo prescindible, en lo que parece ser su inevitable camino hacia el olvido definitivo, al menos fuera de un Reino Unido en donde parecen seguir conservando cierto estatus. En cualquier caso, cabe concederles el honor de mantener intactos su empeño y confianza, así como cierta puntería en ese trazo que dominan con solvencia tras haber venido practicándolo desde hace dos décadas.
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