Geniales, influyentes, avanzados a su época, transgresores, básicos y crudos, The Stooges se hicieron valedores de un culto que no hizo sino crecer después de su separación, allá por 1974.
De los tres discos en estudio que dejaron en su haber fluía, fluye y siempre fluirá, la magia. Una primera gira de reunión se hizo esperar varias décadas, pero llegó al fin, con un ánimo estrictamente revisionista y la bestia escénica que sigue siendo Iggy Pop como su mejor baza. Hasta aquí, todo muy digno. Lástima que al final el mito se haya venido abajo de un plumazo, por obra y gracia de este innecesario cuarto trabajo de La Iguana con los hermanos Asheton. De lo apuntado al inicio, aquí sólo se recupera lo básico de los temas y, quizá, algo de la crudeza, seguramente de la mano de Steve Albini, reputado productor impotente aquí ante unas composiciones condenadas de antemano. Magia, genialidad y trasgresión, como era hasta cierto punto previsible, se quedaron en el camino. Y es que estando el listón tan alto, no debe sorprender que se acabe pagando caro el atrevimiento. Decepción.
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