De entrada, lo primero que cabe subrayar del nuevo trabajo de Cécile Schott es que es el primero en el que la artista francesa canta (y lo hace desde el mismo inicio, en “Push The Boat Onto The Sand”), lo que de ninguna manera es un dato menor, pero a la vez tampoco ha de entenderse como un elemento de ruptura. Es decir, su música sigue donde estaba, en algún lugar entre la experimentación, la electrónica y la acústica, incorporando ahora la voz como instrumento, en una suerte de reconocible continuidad, asumiendo el papel que en discos anteriores podían tener el clarinete o el piano. Un proceso en el reconoce a Moondog como principal referente, igual que podría serlo Arthur Russell. Pero lo que de verdad marca la diferencia respecto al irregular “Les Ondes Silencieuses” (07) es que estamos ante una colección de canciones mucho más dinámica (un proceso en el que reconoce a Moondog como principal referente), con ritmos que se quiebran, que por momentos buscan abiertamente el baile (“Breaking Up The Earth”), ampliando la paleta de la autora de aquel maravilloso “The Golden Morning Breaks” (2005).
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