Una de las poquísimas cosas positivas que la pandemia ha provocado en el mundo de la música es el perfeccionamiento forzoso y a matacaballo de todo tipo de grabaciones caseras a distancia. Para las bandas que se pasaban media vida en la carretera ha sido también una especie de sucedáneo en espera de tiempos mejores.
Es el caso de la banda del prolífico David Gedge, que aprovechó las ominosas circunstancias de 2020 para grabar en verano once cortes de su amplísimo repertorio, y que ahora ven la luz en su sello Scopitones. Los que les seguimos desde hace tiempo sabemos que Gedge y compañía siempre han cultivado un lado acústico e intimista, en contraposición a su vertiente eléctrica y frenética. Esta grabación es una curiosa combinación de ambas almas, puesto que no es estrictamente acústica.
Lo primero que llama la atención es la pulcritud del sonido, muy meritorio teniendo en cuenta las complicaciones técnicas de una grabación doméstica y a distancia (imaginemos los problemas para grabar las baterías); de la impecable interpretación se encarga, además, una banda completamente renovada respecto a la última formación, con la excepción de la reaparición en algunos cortes de la exbajista Terry De Castro, que se encarga de algunas guitarras.
Joyas atemporales como “Crawl”, “My Favourite Dress” y “Starry Eyed” (de la banda paralela de Gedge Cinerama) reciben el tratamiento que se merecen, con un Gedge cada vez más cómodo en su papel de crooner indie; pero es curioso que el momento estelar del disco llegue con un descarte de la olvidada banda de brit pop Sleeper, “We Should be Together” (cuyo guitarrista Jon Stewart también participa). El glorioso dueto que se marcan Gedge y la cantante Louise Werner condensa todo lo que ha sido, es y será The Wedding Present como engrasada maquinaria romántica que explora todos los grados del amor y el desamor a través de canciones de pop pluscuamperfecto.
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