Fue en aquel 92 lejano, olímpico y universal, cuando los californianos hicieron un doble podio histórico –“White Trash, Two Heebs And A Bean” y “The Longest Line” son los techos de su carrera- que, años y kilos en su contra, ha convertido en bizantinas las discusiones sobre lo procedente de su continuidad y la procedencia de su inspiración.
Aún así, y a pesar de lo ingenuo -“Mattersville”-, pachanguero –“Anarchy Camp”- o superfluo –“She´s Nubs”- de algunos cortes, cabe saludar a este nuevo álbum como lo que es: una acertada reflexión sobre el papel desempeñado por la sociedad civil de un país, el suyo, cada vez más asustado –“Re-gaining Unconsciousness”, robando concepto a Bertolt Brecht; “Franco Un-American”, bebiendo de las tésis de “Bowling For Columbine”-, un ajuste de cuentas a la escena que supuestamente contribuyeron a crear –“The Separation Of Church And Skate” es de lo mejor que han escrito en años- y un glosario intermitentemente inspirado de sus propios logros artísticos. No hay sorpresa, pero tampoco se atisba adocenamiento, lo cual, después de veinte años en activo, no es poco.
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