Cierto que My Dying Bride son una banda compleja y poco asequible hasta el punto que esta hora de concierto puede resultar cansina para quienes no estén realmente familiarizados con su propuesta, pero voy a decirles jamás van a escuchar un directo tan intenso como “The Voice Of The Wretched”, en el que no sólo se respira un ambiente asfixiante de tristeza y dolor, sino en el que la banda se supera en lo visceral. Por algo siguen siendo unos maestros del doom. Teniendo en cuenta que su último disco estaba aún por publicar (con lo que sólo aparece “A Cruel Taste Of Winter”), cargan las tintas en clásicos como “Turn Loose The Swans”, la melancolía de “The Cry Of Mankind”, los subidones enérgicos de “The Snow In My Hand” o la increíble belleza de “Your River” en todo su esplendor monolítico. Aunque lo más espectacular es la sinfonía final de “Symphonaire Infernus Et Spera Empyrium”. Insuperable.
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